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Sequía

¿Por qué no es posible obtener una definición única de sequía?

La sequía es un fenómeno complejo que es difícil de monitorear y definir. Los huracanes, las inundaciones y los terremotos, por ejemplo, tienen un comienzo y un final definidos y se puede seguir fácilmente su desarrollo. La sequía, por otra parte, es la ausencia de agua. Es un fenómeno progresivo, que se agudiza de forma lenta y afecta a muchos sectores de la economía, en distintas escalas de tiempo (NCDC-NOA ).

Según Mishra et al. (2007), una sequía puede significar cosas diferentes para diferentes personas. Por ejemplo, es una desviación de la precipitación normal para un meteorólogo; una caída en el caudal, el nivel de un lago o en el nivel del agua subterránea para un hidrólogo; la falta de humedad del suelo para sostener el crecimiento de los cultivos para un científico agrícola; una condición de hambruna para un economista y la escasez de agua potable para un planificador territorial (Dracup et al., 1980). Por lo tanto, falta una definición precisa y objetiva de la sequía y, a veces, esto se debe a la indecisión e inacción de los directivos, los responsables de la formulación de políticas y otros profesionales relacionados (Wilhite et al., 1986).

Las definiciones de sequía varían dependiendo de la variable utilizada para describirla. Las diferencias en las variables hidrometeorológicas y los factores socioeconómicos, así como la naturaleza estocástica de las demandas de agua en diferentes regiones del mundo, se han convertido en un obstáculo para tener una definición precisa de sequía. Yevjevich (1967) afirmó que los diversos puntos de vista sobre las definiciones de sequía son uno de los principales obstáculos para su investigación. Al definir una sequía, es importante distinguir entre las definiciones conceptuales y operacionales (Wilhite y Glantz, 1987). Las definiciones conceptuales son aquellas expresadas en términos relativos (p. ej., a través de un período largo y seco), por otro lado, las definiciones operacionales son las que intentan identificar el inicio, la gravedad y el término de los períodos de sequía. Las sequías generalmente definidas operacionalmente pueden ser utilizadas para analizar la frecuencia, severidad y duración de la sequía para un período de retorno dado (por ejemplo, Mishra y Singh, 2009).

Sequía meteorológica

La sequía meteorológica se define como la falta de precipitación sobre una región durante un período de tiempo. La precipitación se ha utilizado comúnmente para el análisis meteorológico de la sequía (Pinkayan, 1966; Santos, 1983; Chang, 1991; Eltahir, 1992). Considerando la sequía como déficit de precipitación con respecto a valores promedio (Gibbs, 1975), varios estudios han analizado las sequías utilizando datos de precipitación mensuales. Otros enfoques analizan la duración y la intensidad en relación con la escacez de precipitación acumulada (Chang y Kleopa, 1991; Estrela et al., 2000).

Sequía hidrológica

La sequía hidrológica se relaciona con un período donde los recursos superficiales y subterráneos son inadecuados para los usos establecidos del agua de un determinado sistema de manejo de los recursos hídricos. Se han utilizado ampliamente datos de escorrentía para el análisis hidrológico de la sequía (Dracup et al., 1980; Sen, 1980; Zelenhasic y Salvai, 1987; Chang y Stenson, 1990; Frick et al., 1990; Mohan y Rangacharya, 1991; Clausen y Pearson, 1995). Debido a los análisis de regresión que relacionan las sequías en los caudales con las propiedades de la cuenca, se ha determinado que la geología es uno de los principales factores que influyen en las sequías hidrológicas (Zecharias y Brutsaert, 1988; Vogel y Kroll, 1992).

Sequía agrícola

La sequía agrícola, por lo general, se refiere a un período con disminución de la humedad del suelo y la consiguiente pérdida de cultivos sin ninguna referencia con los recursos hídricos superficiales. La disminución de la humedad del suelo depende de varios factores. Estos factores, afectan las sequías meteorológicas e hidrológicas y la relación entre la evapotranspiración real y potencial. La demanda de agua de las plantas depende de las condiciones climáticas prevalecientes, las características biológicas de la planta en cuestión, su etapa de crecimiento, y las propiedades físicas y biológicas del suelo. Se han obtenido varios índices de sequía, basados en una combinación de precipitación, temperatura y humedad del suelo, para estudiar las sequías agrícolas.

Sequía socioeconómica

La sequía socioeconómica se asocia con la incapacidad de los sistemas relacionados con los recursos hídricos para satisfacer las demandas de agua asociando de este modo las sequías con la oferta y demanda de un bien económico (agua) (AMS, 2004). La sequía socioeconómica se produce cuando la demanda de un bien excede la oferta como resultado de un déficit climático relacionado con el suministro de agua.

Sequía ecológica

La sequía ecológica se define como un déficit prolongado y generalizado de los suministros de agua naturalmente disponibles (incluyendo cambios en la hidrología natural y gestionada) que crea múltiples tensiones a través de los ecosistemas (Lake, 2003).

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Fig. 1. Secuencia de ocurrencia de sequía e impactos para tipos de sequía comúnmente aceptada. Todas las sequías se originan por un déficit de precipitación o sequía meteorológica, sin embargo otros tipos de sequía e impactos se derivan de esta deficiencia. (Fuente: National Drought Mitigation Center, University of Nebraska-Lincoln, Estados Unidos)

Principales índices de sequía

Los índices de sequía son medidas cuantitativas que caracterizan los niveles de sequía incorporando los datos de una o varias variables (indicadores) como precipitación y evapotranspiración en un sólo valor numérico. El uso de este índice es más conveniente que los datos de los indicadores. La naturaleza de los índices de sequía refleja diferentes acontecimientos y condiciones; pueden mostrar las anomalías relacionadas con la sequedad del clima (principalmente basadas en la precipitación) o los impactos agrícolas e hidrológicos retardados tales como la pérdida de humedad del suelo o la disminución en los niveles de los acuíferos. Además, la clasificación de los índices de sequía también puede basarse en los datos y la tecnología utilizada. Por ejemplo, un número considerable de índices utilizan imágenes satelitales para detectar el estado de la vegetación como indicador de la sequía. Junto con el déficit de precipitación, variables adicionales como la evapotranspiración y el caudal son utilizadas de igual manera para caracterizar la sequía de una forma más coherente. Utilizando diferentes modelos (por ejemplo, modelos de balance hídrico / hidrológicos), dichas variables e indicadores se combinan para determinar un índice de sequía. Estos indicadores pueden ser meteorológicos, hidrológicos, o de oferta y demanda hídrica. Los indicadores meteorológicos incluyen la precipitación y la cobertura de las nubes; los indicadores hidrológicos incluyen el caudal y el nivel de los acuíferos; los indicadores de oferta y demanda de agua incluyen la recarga del agua subterránea. En la práctica, sin embargo,, algunos indicadores como la precipitación, la evapotranspiración potencial y las características de cobertura del suelo y vegetación han tenido mayor influencia y aplicación. (Tsakiris y Vangelis, 2005).

Índices de sequía

En las últimas décadas se han obtenido varios índices de sequía. Comúnmente, un índice de sequía es una variable principal para evaluar los efectos de la sequía y definir diferentes parámetros de la misma, que incluyen intensidad, duración, severidad y extensión espacial. Cabe destacar que una variable de sequía debe ser capaz de cuantificar la sequía para diferentes escalas temporales. Para este propósito se requieren series de tiempo extensas. La escala de tiempo más utilizada para el análisis de la sequía es un año, seguido por un mes. Aunque la escala de tiempo anual es larga, también puede utilizarse para extraer información sobre el comportamiento regional de las sequías. La escala de tiempo mensual parece ser más apropiada para monitorear los efectos de una sequía sobre la agricultura, el suministro de agua y las extracciones de agua subterránea (Panu y Sharma, 2002). Las series temporales de índices de sequía proporcionan un marco para evaluar los parámetros de sequía de interés.

Se han desarrollado varios índices diferentes para cuantificar una sequía, cada uno con sus propias fortalezas y debilidades. Entre éstos se incluye el índice de la severidad de la sequía de Palmer (PDSI, Palmer 1965), el índice de anomalías de lluvia (RAI, van Rooy, 1965), el índice de deciles (Gibbs y Maher, 1967), el índice de humedad de los cultivos (CMI, Palmer, 1968), índice de sequía de Bhalme y Mooly (BMDI, Bhalme y Mooley, 1980), índice de suministro de agua superficial (SWSI, Shafer y Dezman, 1982), índice nacional de precipitación (NRI, Gommes y Petrassi, 1994), el índice de precipitación estandarizado (SPI, McKee et al., 1993, 1995) y el índice de reconocimiento de sequías (RDI, Weghorst, 1996). El índice de sequía por humedad en el suelo (SMDI, Hollinger et al., 1993) y el índice de sequía específico de cultivo (CSDI, Meyer y Hubbard, 1995) aparecieron después del índice de humedad de los cultivos (CMI). Por otra parte, el índice de sequía específico de cultivo (CSDI) se divide en el índice de sequía del maíz (CDI, Meyer y Pulliam, 1992) y en el índice de sequía de la soja (SDI, Meyer y Hubbard, 1995), e índice de condición de vegetación (VCI; Liu y Kogan, 1996). Además de estos índices, se han utilizado índices de Penman (1948), Thornthwaite (1948, 1963) y Keetch y Byram (1968) en casos limitados (Hayes, 1996). Heim (2002) realizó una revisión exhaustiva de los índices de sequía del siglo XX utilizados en los Estados Unidos.

En base a los estudios sobre sequía, prácticamente todos los índices utilizan la precipitación o esta, en combinación con otros elementos meteorológicos, dependiendo del tipo de requerimientos, Estos requerimientos, también fueron sugeridos por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) o en inglés (WMO), World Meteorological Organization (1975). Por ejemplo, una combinación de variables hidrometeorológicas incluye: temperatura y precipitación (índice de Marcovitch, 1930; índice de Palmers, 1965; índice de humedad de los cultivos, 1968), precipitación y humedad del suelo (Índice de suficiencia de humedad, 1957; índice de sequía de Keetch-Bryam, 1968) y solamente precipitación (SPI, 1993).

Los índices de sequía de uso común se mencionan a continuación:

Tabla 1. Índices adicionales de sequía (P: precipitación, SF: caudal / escorrentía, SP: deshielo, ReS: recarga, T: temperatura, ET: evapotranspiración, SR: humedad del suelo, BT: temperatura de brillo, EV: evaporación, VWC: contenido de agua de la vegetación, M: meteorológico, H: hidrológico, A: agrícola, RS: teledetección, NIR: infrarrojo cercano y SWIR: infrarrojo de onda corta). (Fuente: Zargar et al., 2011).

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Zonas de escasez hídrica

Según el Art. 314 del Código de Aguas “El Presidente de la República, a petición o con informe de la Dirección General de Aguas, podrá, en épocas de extraordinaria sequía, declarar zonas de escasez por períodos máximos de seis meses, no prorrogables”. Según lo establecido en el Código de Aguas, una de las acciones disponibles para efectuar una adecuada gestión del agua en épocas de extraordinaria sequía es la denominada Declaración de Zona de Escasez Hídrica, que permite tomar decisiones respecto de las aguas en fuentes naturales y administrar el recurso hídrico de manera tal que se reduzcan al máximo los daños derivados de la escasez de agua. Dicha declaración es facultad del Presidente de la República y es tramitada a petición o con informe de la DGA y tiene una extensión máxima de seis meses no prorrogables. Entre las medidas que la DGA puede aplicar se encuentran: Autorizar la extracción de aguas subterráneas o superficiales desde cualquier punto, sin necesidad de constituir derechos de aprovechamiento de aguas y sin la limitación del caudal ecológico mínimo. Distribuir o redistribuir las aguas en las corrientes naturales o en los cauces artificiales, donde la DGA podrá suspender el seccionamiento y atribuciones de las Juntas de Vigilancia.

Según la Resolución DGA n° 1674, 12 de Junio de 2012:

Las Condiciones hidrometeorológicas que servirán de base para determinar épocas de extraordinaria sequía serán las precipitaciones, caudales de los ríos, volúmenes de embalses y las condiciones de los acuíferos medidos en estaciones de observación controladas por la Dirección General de Aguas u otras entidades encargadas de hacer mediciones hidrometeorológicas.

Para determinar las épocas de sequía que revistan el carácter de extraordinarias, en el caso de aguas superficiales, se consideran los indicadores denominados:

a) Índice de Precipitación Estandarizada (IPE); y b) Índice de Caudales Estandarizados (ICE).

Por lo tanto, los referidos indicadores permiten indistintamente, verificar la condición de sequía para una zona, considerando tanto precipitaciones, como caudales de los ríos. Las Condiciones Hidrometeorológicas para que se califique una época de sequía extraordinaria son:

a) Las precipitaciones acumuladas a contar del mes de abril, de modo que en cualquier caso quede comprendido a lo menos el período abril-agosto, tengan un indicador de sequía (IPE) igual o menor a -0,84. b) Los caudales medios mensuales acumulados de los últimos tres meses consecutivos, tengan un indicador de sequía (ICE) igual o menor a -0’84.

Para el caso de uso de aguas subterráneas, la condición de sequía se verificará, si en cualquier momento, en un sector hidrogeológico de aprovechamiento común del acuífero, la capacidad de la o las captaciones para abastecimiento de agua, cumplen las siguientes condiciones:

a) En el caso de empresas sanitarias, cuando sea menor al 50% de la capacidad informada a la Superintendencia de Servicios Sanitarios en el último proceso tarifario; y b) En el caso de sistemas de agua potable rural, cuando sea menor al 50% de los derechos de aprovechamiento de agua subterránea otorgados.

Zonas de emergencia agrícola

Según (MINAGRI-FAO, 2011), la declaración de Emergencia Agrícola deberá sustentarse sobre la base del informe técnico a cargo del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), el cual es elaborado de acuerdo a la información que el propio instituto posee y la proporcionada por la Red Agrometeorológica, que contiene:

a) Datos meteorológicos sobre la zona afectada. b) Mapas con los principales indicadores agrometeorológicos disponibles. c) Informe de la situación agrometeorológica por Región y por rubros. d) Recomendaciones técnicas para enfrentar la situación.

Dicho informe se irá perfeccionando constantemente de acuerdo a las nuevas tecnologías que el Ministerio disponga para los equipos técnicos correspondientes.

Como camino para la obtención de dicho reporte, incluyendo a actores regionales calificados, se recomienda la creación de un comité de asesoría compuesto por líderes profesionales (públicos y privados) para validar, complementar o corregir la información agrometeorológica generada.

El reporte técnico se discutirá en la Comisión Regional de Emergencia Agrícola y Manejo del Riesgo Agroclimático conjuntamente con reportes similares que puedan complementar el análisis de la situación que afecta a dicho territorio. El producto de esta instancia deberá ser orientado a la toma de decisiones relacionada con la aplicación de la declaración de emergencia agrícola realizada por la SEREMI, quien validará o rechazará la aplicación.

Con la información obtenida, la autoridad regional(Intendente) evalua la presentación y decide finalmente si debe ser enviada al Ministro de Agricultura o no.

Si se decreta la declaración de emergencia agrícola, deberá ir acompañada por un plan de acción y un presupuesto que detalle:

a) Las medidas de mitigación que respondan a las necesidades y riesgos identificados tanto en el Informe Técnico elaborado por el INIA, como a las recomendaciones que surgiesen de la respectiva CREA; b) El costo estimado de cada una de las medidas de mitigación propuestas; c) Un plan de financiamiento de dichas medidas que considere el uso de las diferentes fuentes de financiamiento existentes tanto a nivel nacional como regional.

El Ministro, bajo su poder, y en consulta con el Comité Técnico de la Comisión Nacional de Emergencia Agrícola y Manejo de Riesgo Agroclimático (CNEA), tiene la capacidad de declarar o no emergencia agrícola firmándose una resolución especial para dar como terminado este procedimiento.

El siguiente diagrama muestra el procedimiento de declaración de emergencia agrícola:

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Fig. 2. Procedimiento de declaración de emergencia agrícola MINAGRI-FAO (2011).

El decreto de Emergencia Agrícola garantiza a los productores afectados la entrega de ayuda de manera más oportuna y eficaz, junto con un seguimiento permanente de parte de las autoridades locales

BIBLIOGRAFÍA